La Ética exige que se mire más allá de lo obvio y que se busque la tercera orilla del río

La apertura de la mesa redonda “La Ética de la Sustentabilidad: Compromiso con la Sociedad”, en la Conferencia Internacional 2008 del Instituto Ethos, tuvo un tono pacífico y nos ha recordado el cuidado y la protección a la vida. Simon Zadek, presidente de AccountAbillity, fue el moderador del debate, que contó con Mario Sergio Cortella, filósofo y doctor en educación por la PUC-SP, y Georg Kell, ejecutivo del Pacto Global de las Naciones Unidas.

Las cuestiones iniciales, planteadas por el moderador, han balizado el debate: ¿por qué hacemos lo que hacemos? ¿cómo entendemos el proceso de cambio? ¿cómo traducirlo para el entendimiento de la responsabilidad social empresarial (RSE)? ¿cómo combinarlo correctamente para que se comprendan los cambios y eso se convierta en prácticas efectivas en las empresas?

Cortella citó el escritor y político británico Benjamin Disraeli: “la vida es muy corta para ser pequeña”. Sostuvo que la ética de la sustentabilidad tiene como valor más fuerte el no achicamiento de la vida y para lograrlo, es preciso crear conciencia sobre la mortalidad. Según el filósofo, necesitamos reglas que nos recuerden que somos mortales – la propia idea de mortalidad ayuda la percepción de que no tenemos todos los derechos. Cortella considera que el valor ético más importante para la construcción de una conciencia de sustentabilidad es la humildad – que, sostiene, es distinto de subserviencia. “Es preciso entender que la ética de la sustentabilidad es vivir la vida con humildad. Nuestra tarea es llevar la vida con más gracia, con más cuidado”, afirmó.

El educador subrayó, al recordar el significado y el origen de las palabras, que no se puede separar la felicidad de la idea de fertilidad: “Vida fértil es aquella que se da en su máxima condición, o sea, con sustentabilidad. La ética de la sustentabilidad contribuye a una vida fértil, sin amenazar la vitalidad del conjunto de la vida, que está amenazada por nuestra propia arrogancia”.

El anhelo de paz está en todos nosotros

Georg Kell considera que todos, independientemente del lugar de criación o de domicilio, tenemos aspiraciones semejantes, como la mejoría de las condiciones de vida. “El anhelo de paz, colaboración y cooperación está en todos nosotros. La propia Organización de las Naciones Unidas ha sido fundada con esa premisa”, añade.

Recordó Kell que en 2008 conmemoramos 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. “Es un hito, un avance”. Celebramos también este año, el décimo aniversario de la fundación del Instituto Ethos de Empresas e Responsabilidade Social. Diez años significan mucho para el movimiento de RSE, aunque sabemos que la madurez tarda a llegar todavía. La duda es ¿cómo será el escenario de los derechos humanos y de responsabilidad social empresarial en los próximos diez años?

Georg Kell resaltó que las organizaciones se hacen con personas y tales personas pueden eligir. “Vivimos en un tiempo definido por lógicas políticas y económicas, pero estamos aptos a crear valores y a conectarlos a esas lógicas”, afirma. Considera que existe una tercera fuerza, además del bien y del mal: el deseo de descubrir.

Muchas empresas, en todo el mundo, reconocen la necesidad de lidiar con problemas, ya sean ambientales, sociales o de otra naturaleza. Son, en algunas situaciones, oportunistas, pero el mercado global está conectado de tal forma, que las hace vulnerables. “El riesgo es mayor actualmente, a raíz de la interconectividad. Hay oportunidades de expansión y más acceso a distintos mercados. Por ello, es fundamental crear valores y conectarlos”, afirma Kell. Considera que valores bien fundamentados pueden promover una cultura de sustentabilidad: “Aprendemos la lección al repetir y revivir historias”.

“La misma conciencia que hace aflorar el problema, crea la capacidad de solucionarlo”, dice Cortella. “El mundo vive una economía clara, basada en reglas de mercado. Tenemos que lograr que los paradigmas de la  sustentabilidad definan las reglas de mercado.” Usó el educador otra expresión conocida para explicar esa relación económica: “El mercado o la vida”. Según Cortella, estamos edificando la Humanidad en meras apariencias, cuando, en realidad, deberíamos solidificar la vida en valores éticos. La construcción de una sociedad ética no es algo sencillo, superficial o evidente. “La tercera orilla del río no está en un lugar obvio”, dice.

Por su lado, la ética no es algo cosmético. No se puede considerarla buenos modos. “Actuar con ética es creer en la necesidad de no hacer cualquier negocio”, dice. Cortella citó al educador Paulo Freire: “es preciso tener esperanza, pero la esperanza del verbo ‘esperanzar’ y no del verbo ‘esperar’. ¿Difícil? Sí, pero no imposible”.

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